ITAM Río Hondo

Historias "ITAM 70 años"

ITAM - Recuerdos (1958-1962), Pedro Dondé Escalante

Emilio Freixanet

Es conveniente señalar que las instalaciones en donde estuvo nuestra escuela, ahora forman parte del complejo de oficinas de PEMEX y son conocidas como el edificio Ex ITAM

Pedro Dondé Escalante
Exalumno de la Licenciatura en Economía

Nuevo edificio 1958

Realicé mis estudios universitarios en la carrera de Economía en el Instituto Tecnológico de México (ITM), de 1958 a 1962, época en la que el Instituto todavía no contaba con su autonomía académica. Posteriormente, de acuerdo con lo publicado en el Diario Oficial del 19 de enero de 1963, el ITM se convirtió en Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), al obtener su autonomía.

Las nuevas instalaciones del ITM, en 1958, estaban ubicadas en la calle de Marina Nacional 350, en un edificio recién construido que a mi generación nos tocó inaugurar. Sencillo, de cuatro niveles, con aulas, auditorio, biblioteca y oficinas. De hecho nuestra inscripción para iniciar los estudios fue en el anterior domicilio, una casona en la calle de Serapio Rendón, en la colonia San Rafael.

En la zona aledaña había pocos edificios, creo que solo se encontraban las oficinas del periódico Ovaciones y el resto eran casas sencillas para clase media dentro de la colonia Anáhuac. El tráfico de automóviles y camiones también era reducido, así que los estudiantes podíamos estacionar nuestros coches en la calle de Marina Nacional en batería sin molestar, mientras que los profesores lo hacían en un patio interior del edificio.

Enfrente, sobre la misma calle de Marina Nacional, había un terreno grande, en su mayor parte cubierto de barriles y con un depósito de gasolina que era usado por los taxis, posiblemente a precio preferencial. Hoy en día es el lugar en donde se encuentran los edificios corporativos de PEMEX. Es conveniente señalar que las instalaciones en donde estuvo nuestra escuela, en la actualidad también forman parte del complejo de oficinas de PEMEX y son conocidas como el edificio ExITAM. Lo volví a visitar hace unos años por tener relación de negocios entre mi banco y este organismo.

El director general del ITM era el licenciado Agustín de la Llera; el secretario general, el profesor Francisco de la Maza; y la responsable del control escolar, Ernestina Vega. Buenas personas pero chapados a la antigüita. Si bien la escuela quería dar prioridad a la carrera de Economía, las que la nutrían fuertemente y le daban sustento económico eran las de Contabilidad y de Administración. El ITM y su unidad de Economía fueron creados en 1946 por el líder empresarial don Raúl Baillères para proyectar una enseñanza completa, independiente y más ajustada a las necesidades futuras. Otra opción en ese entonces era la Escuela Nacional de Economía de la UNAM que había generado buenos economistas pero que estaba muy influenciada por políticos con tendencias socialistas, con el consecuente deterioro de la calidad académica.

En las mañanas solo teníamos dos materias de una hora cada una, de siete a nueve; después había receso para permitir a los estudiantes trabajar, y en la tarde regresábamos de las cinco o seis a las ocho o nueve de la noche para tomar tres materias. El programa de estudios contemplaba 42 asignaturas en cinco años. Las materias típicas para los economistas eran: Teoría Económica, Historia Económica, Historia del Pensamiento Económico, Teoría Monetaria, Comercio Internacional, Teoría de los Ciclos Económicos, Finanzas Públicas, Problemas Económicos de México, Matemáticas, Estadística, Finanzas Públicas, Sociología, Mercado de Dinero y Capitales, Economía Agrícola, Inglés y otras diversas. El conjunto de ellas nos servían para explicar el comportamiento de los fenómenos económicos y la evolución económica en los países, así como para tener herramientas orientadas a las políticas económicas y la forma de medirlas y proyectarlas hacia el futuro.

Profesores

Tuvimos algunos muy buenos profesores que sabían comunicar sus conocimientos y que nos alentaban a desarrollar interés por la profesión. Destaca Leopoldo Solís Manjarrez, brillante economista, con posgrado en la Universidad de Yale, quien impartía la clase de Comercio Internacional, era muy profundo y muy motivador. En el campo profesional tenía a su cargo una oficina muy especializada en análisis económico en el Departamento de Estudios Económicos del Banco de México; posteriormente encabezó ese departamento y ocupó puestos importantes dentro de la política económica del Gobierno Federal. Cuando cursaba mi último año de la carrera, Leopoldo Solís me invitó a incorporarme a su oficina en el Banco de México. De la misma manera invitaba a sus alumnos destacados formando así grupos de economistas que podríamos señalar como de una alta selección profesional. Polo Solís, como era conocido, era una persona a quien recurrían sus amigos para solicitar la recomendación de jóvenes para ser incorporados a diversos trabajos dentro del mismo Gobierno Federal.

También puedo mencionar a Gustavo Petricioli Iturbide y Rigoberto González Ruiz, egresados del ITM que, asimismo, trabajaban en el Banco de México y tenían posgrado de Yale. Es de destacar que el licenciado Petricioli obtuvo el título número uno de economistas del ITAM. Como profesor, impartía Teoría Monetaria, base fundamental de un banco central. Era una persona sumamente seria y fumador de cigarrillos que ocuparía puestos importantes dentro del sector financiero de la administración del Gobierno Federal. El licenciado González Ruiz, carismático y un tanto desordenado, pero motivador, nos daba la clase de Teoría Económica en segundo año de carrera y en su actividad de trabajo era el jefe del departamento de Estudios económicos de la Secretaría de Hacienda.

Un gran maestro fue don Alfredo Lagunilla Iñárritu, originario del País Vasco, quien tuvo puestos importantes en España, entre ellos uno en el Banco Exterior y entiendo que fue responsable del clearing con Londres por encargo del Gobierno de la República; además de contar con gran experiencia académica era un liberal avanzado; él mismo se consideraba: “Yo, español, y vizcaíno”. Llegó a México como inmigrante junto con otros republicanos a consecuencia del desenlace de la Guerra Civil Española (1936-1939).

X. Villanueva, quien impartía Sociología, era muy serio, profundo y nos comunicaba el sentido de la materia a su cargo. En la clase siguiente a nuestro primer examen del curso, el profesor se sentó y llamó a cada uno de los alumnos para identificarlo con los resultados de su examen frente a él, lo miraba detenidamente y nombraba al siguiente. Después de varios, tocó mi turno, dijo: “Dondé, muy bien” y siguió adelante. Creo que solo aceptó los exámenes de unos tres compañeros del grupo y yo me quedé sorprendido porque era la primera vez que mis resultados y mi nombre sobresalían en los estudios.

Nuestro grupo, liderado por mí y otros dos compañeros, solía exigir a la Dirección de la escuela el mejoramiento de la calidad académica y la contratación de profesores de primera línea. Al terminar el primer año pedimos un cambio para la materia clave: Teoría Económica, que era impartida en varios niveles por Julio Ocádiz; fuimos escuchados y por ello fue incorporado un maestro muy querido: don Miguel Palacios Macedo. Como ya habíamos pasado al siguiente curso, varios de nosotros asistimos a sus clases como oyentes para mejorar nuestros conocimientos. Era interesante ver el ritual de don Miguel antes de iniciar sus clases: llegaba acompañado de un empleado, quien llevaba una maleta llena de carpetas que depositaba en la mesa del salón de clases, a continuación el maestro procedía a revisar una por una y, de acuerdo con el material, las iba acomodando hasta cubrir toda la mesa. Y ahora sí, ya podía empezar a impartir su clase.

De esta manera se consiguieron otros cambios en beneficio de la carrera de Economía que buscaban un nuevo camino, diferente al de la escuela tradicional, y con ello empezar a proyectar un más alto nivel académico. Logramos, entre otras cosas, que Leopoldo Solís nos impartiera una clase adicional en el último año, además de la suya sobre Teoría del Comercio Internacional en el cuarto año. En esa etapa del ITM creo que hubo un gran esfuerzo de algunos de sus egresados por trasmitir conocimientos más modernos, como Gustavo Petricioli, Rigoberto González Ruiz y Leopoldo Solís, tres grandes personas como académicos y como funcionarios formados en el Banco de México.

Nuestro ITAM

Para impulsar la calidad académica, en 1969 me incorporé como profesor de microeconomía, ya que tenía bases sólidas al haber concluido recientemente mis estudios de posgrado en economía en la Universidad de Harvard. Así colaboré y apoyé al ITAM por cinco años.

Es muy satisfactorio que en los años setenta otros egresados de generaciones posteriores de la escuela de economía impulsaron en forma estructurada la calidad de la carrera y el control en beneficio y proyección de nuestro querido Instituto. También es satisfactorio observar que las autoridades apoyaron decididamente los esfuerzos académicos impulsados por los egresados del ITAM.

Contacto

56 28 4000
Ciudad de México, México